Aquí terminó todo
y todo está por
comenzar.
El Creador mandó
censurar la puerta
y se olvidó de
los pasajes secretos,
se olvidó de
clausurar el ojo de la cerradura,
acaso con culpa y
sin descuido
dejó sin ángeles
ni espadas
la puerta de atrás,
la puerta que se
abre con preguntas
y no la cierran
fuego ni espadas
que la cierra la
certeza.
Quedaron abiertos
los cielos de par en par,
y cuando todo
calla y las luces callan
se le puede ver
al Creador, inadvertido
titilando en una
constelación y en otra.
Es afuera del
jardín que miramos de puntillas,
que hurgamos en
la memoria prehistórica,
y jugamos con las
huellas milenarias.
Que dentro del
paraíso están las respuestas,
pero son las
dudas las que palpitan y respiran,
y son las
preguntas las que lloran y gritan.
En el origen o la
cima,
o la sima,
allí comenzó la
Palabra, el verso,
y se acabaron las
consonantes edénicas en una semana,
y afuera nacieron
las vocales babilónicas
paganamente
sagradas;
y como eran
inseparables las antorchas
avivó las llamas
con más fonemas,
y entonces sí
fueron infinitos.
Fueron en Génesis
los puentes,
las fiestas
porque sí,
las risas,
las guerras,
los enigmas de la
muerte,
las vidas
inagotables,
los turistas cósmicos,
las espadas y las
sombras y los altares.
Fue en Génesis
donde todo acabó
para poder comenzar.
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