[Cuento en cien palabras]
El mar verdenegro va dando lengüetazos furiosos al pequeño barco, cazando a los catorce tripulantes. Ropas empapadas, gritos desesperados y pedidos de ayuda, lluvia como navajas y la mezcla de náuseas y terror.
Un hombre, a contraviento, con la derecha se agarra todo furia de una soga que sujeta el mástil a cubierta, hasta hundirse las uñas en el talón de la mano. La izquierda en la frente con asombro y terror, mira fijamente hacia la tercera dimensión.
Rembrandt deja caer el pincel, se reconoce en seguida e imita la boca entreabierta de su propia imagen, entre sorpresa y terror.
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