Yo me toco la frente
y toco un caldero, un chelo agitado,
una rodaja de sol chamuscada,
una gata en celo.
En el fondo de las palabras
se deslizan los besos, trémolos,
asustados por un innombrable.
La noche se hace pequeñita
y se inyecta en este corazón que escribe,
de este que llora estrellas prestadas,
que derrocha versos heredados
pululando de dolores de pecho.
Yo me toco la frente
como llamar a la puerta de un prójimo,
áspera y pesada puerta
que fue también puerta de cabaret, de iglesia
y de jardín prohibido.
Ya se han ido lavando los matices,
las series de lugares conocidos y gastados,
las fiestas mejores ya suenan poco,
y poniendo íes bajo los puntos, declararé
que sigo sin ver nada,
absolutamente nada.
Y cuando húbose marchado
la orquesta acusadora,
sigo aquí, soñando.
Esse e meu favorito....
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