Resoluciones
Sentado en un pasto viejo
ante tres tumbas, reflexiono
y decido.
La primera, elegante,
adecuadamente ataviada:
“Aquí, los restos de un escritor,
el mejor de todos.
En vida, el menos célebre.
Le rinde culto el mundo entero”.
Una segunda, menos inmortal,
sólo un ramo de flores la escolta:
“Yace aquí un apasionado lector,
entendido en todas las letras.
Ofrecen honor su esposa e hijos”.
La tercera tumba, solitaria,
tiene mi nombre
y me espera.
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