No callan
¡Oh, pena, no poder escribir
después de muerto,
cantar del otro lado del río,
llevando, con la voz, la contraria
a las golondrinas profetisas.
En el hombre,
en la niña,
en los dioses prehistóricos,
y los vulnerables héroes,
viajan la eternidad y la muerte
atadas las manos con un hilo rojo,
y amordazadas por cruces y leyes.
Es una grandísima pena
no escuchar los cantos
de quienes hendieron antes
estas callejuelas deshojadas,
¿qué nos susurrarían?,
¿aplaudirían corduras?,
¿se burlarían de las torpezas?
Y si tal vez…
¿Si fuera posible,
ya nos cantaran desde los siglos?
Si nos enviaran mapas embotellados
nimbomórficos, faunomórficos,
pluviomórficos en octubre,
abejomórficos de mayo,
si metieran en nuestras voces
sus salmos ventrilocuaces.
Si interpretasen sinfonías
en amores ancianos,
entre los dedos del pie
que amasan cielos y tierras,
en las costuras de los telones,
incluso en las escaleras al Cielo.
Presta atención, poeta,
que nuestros muertos no callan.
¡Oh, pena, no poder escribir
después de muerto,
cantar del otro lado del río,
llevando, con la voz, la contraria
a las golondrinas profetisas.
En el hombre,
en la niña,
en los dioses prehistóricos,
y los vulnerables héroes,
viajan la eternidad y la muerte
atadas las manos con un hilo rojo,
y amordazadas por cruces y leyes.
Es una grandísima pena
no escuchar los cantos
de quienes hendieron antes
estas callejuelas deshojadas,
¿qué nos susurrarían?,
¿aplaudirían corduras?,
¿se burlarían de las torpezas?
Y si tal vez…
¿Si fuera posible,
ya nos cantaran desde los siglos?
Si nos enviaran mapas embotellados
nimbomórficos, faunomórficos,
pluviomórficos en octubre,
abejomórficos de mayo,
si metieran en nuestras voces
sus salmos ventrilocuaces.
Si interpretasen sinfonías
en amores ancianos,
entre los dedos del pie
que amasan cielos y tierras,
en las costuras de los telones,
incluso en las escaleras al Cielo.
Presta atención, poeta,
que nuestros muertos no callan.
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