Eres un espejo.
Eres un espejo,
toda tú, tus ansias de estar viva,
el olor de tus palabras.
Rodeas mi espacio, y lo doblas
cada vez más y más pequeñito,
y lo pones en tu mano.
Yo contemplo fascinado,
mis risas estallan,
rompen en los iridiscentes
océanos de tus ojos,
que gotean por tus mejillas
hasta tus labios:
tú sonríes de vuelta.
Tomas con ambas manos
los sonidos de mis pasos descuidados,
escribes una melodía
para caminarla conmigo
mientras tomas mi mano,
mostrándome mundos más grandiosos.
Juntas en un caballete mis sueños,
los mezclas,
los aclaras,
los envaneces de ternura,
y pintas en el suelo una danza callejera,
un baile secreto y furtivo,
un jugueteo en puntillas
con un beso prendido en la solapa.
Bailamos bajo la luz de la nada,
en la oscuridad que resbala
de las estrellas curiosas,
a través del sauce que nos oculta.
Eres un espejo,
y mis ojos reciben
unos que me miran inquietos,
me interrogan como niños
con las manitas abiertas,
pero no tengo nada para darte
más que mis niños errabundos,
que bailan para cobrar sonrisas.
Cada vez que me miro en ti
soy testigo de una quimera,
del espejismo de tocarte,
escuchar tu respiración tibia,
llena de la avidez
que siempre has llevado contigo,
de las lluvias que te persiguen
para acicalar tu cabello.
Sé que estoy hincado en ti,
en algún enigmático símbolo.
Calla, mis silencios te invocan.
Me toco el alma!
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