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Tango del toro

Tango del toro

A espaldas del sol, un ocaso de palabras
matizado con acordes menores,

rodeado por lágrimas de los nimbos.
Entre las manos un capote
y en el beso, de igual color
 una rosa.

El matador enciende un cirio
a un tango con cola de deseo,
en la obertura del incendio
final de todas las vidas pasadas
en los ojos del toro retador.

Escaleno se hace el tiempo, que no la luz,
y el eterno momento de la lucha
comienza a danzar entre los aires en flor.
Un bandoneón tiñe de negro el aire
y el violín rasga las partituras.

Por el ojo de una cerradura
espía en puntas el universo o Dios.
El torero hace tres movimientos
recogiendo un lamento del animal
y sembrándolo en la arena como testigo.

Los colores giran alrededor
como un carrusel nauseabundo,
y las entrañas de la Hermana Tierra
supuran indecibles perfumes, cocteles
de pasión
, vainillas y caracol.

Presto a acabar, el matador toma la rosa
que luce hermosa a la luz de la luna
y del trino vacilante del piano,
mientras el animal, sudando su dolor,
empata el silencio de las galerías.

Lleno de orgullo se lanza el toro
del quinto piso de sus resignaciones.
En su espalda, con un abrazo el matador
deja caer la punta de la rosa

y la empuja con los labios en beso.

***

El toro mira al cielo con ojos lirios,
el matador saluda a la tribuna
y les regala el húmedo capote,
y vuela lejos, muy lejos de la arena,
mientras la luna y el 
ritardando lloran.

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